el pais de la cultura mafiosa

Todos los caminos del delito conducen a palacio, son telarañas bien tejidas, complejas, simbióticas, y no es de ahora, ha sido una constante histórica, podemos comenzar por la “ventanilla siniestra” del gallo Alfonso López que sirvió para blanquear la bonanza marimbera. Cuentan que desde la guajira, los amigos de López llegaban con bultos llenos de plata para ser bendecida por los primados de la iglesia, y avalada por los políticos corruptos del “mandato claro”. Así se blanqueo el dinero de la bonanza marimbera.

De esa misma forma, muchos de los hoy oligarcas colombianos se iniciaron en el contrabando, primero de licores, luego de cigarrillos. El contrabando fue el primer financiador de las campañas políticas, sino pregúntelen a los viejos de la costa, a los que conocieron eso de primera mano, o de oídas por la tradición oral. Apellidos hoy ilustres han olvidado que sus fortunas se iniciaron en las trochas de la guajira y Maicao o en los tugurios de Barranquilla.
“El que peca y reza empata”, dice el adagio popular, y no es para menos, Pablo escobar estuvo cerca de círculos importantes del poder, los financió, los compró y puso a sus pies no sólo a algunas reinas de belleza, sino a cuanto político ansioso de hacer carrera que se le acerco para vivir de las mieles del dinero que llovía por montones. La cocaína también puso presidentes. En Colombia hace rato que no elegimos un presidente por votos, por las bondades de su oratoria en la plaza pública, por su programa de gobierno. Hace mucho tiempo ya que los presidentes son escogidos en conclaves delictivos, en colectas mafiosas y en roscas que se comparte el erario público antes de las elecciones. Son los conciertos para delinquir de la política domestica.
Pero el presidente actual le ganó a todos. Se hizo elegir a punta de motosierra y relaciones mafiosas. Desde Antioquia gesto alianzas secretas, todas con un único y compulsivo objetivo: ser presidente de la republica y para ello violó todos los principios morales y éticos, cambio incluso de camiseta cuando fue necesario, fue liberal cuando le convino ser privatizador en lo económico y conservador cuando se trato de defender la iglesia, la familia y otros temas menos terrenales.
La lista de su obra histórica es larga: La democracia de la motosierra, los positivos de la seguridad democrática, los autoatentados, las privatizaciones, la republica bananera que ha esculpido arrodillándose a sus amos del norte, sus pactos secretos de Ralito, sus militares desagraviados, el cartel de consulados y embajadas para pagar favores y silencios cómplices, la entrega del Das a los paramilitares, la entrega de la fiscalía a los hampones, el voto de Yidis Medina, y otras tantas obras magnas.
Por eso ahora, cuando pretende hacer pública sus declaraciones de renta, nos toma por imbéciles. Si algún documento público/privado en la historia de este país no vale un pepino, es precisamente la declaración de renta. Sobre todo aquí, que no tenemos cultura tributaria y que tenemos un sistema de impuestos corrompido y amañado. Aquí paga impuestos y declara el más pobre, los ricos evaden y tienen doble contabilidad.
Al presidente tenemos que decirle que todos en Colombia sabemos que es el testaferrato, no creemos que la fortuna de Uribe se vea reflejada en su declaración de renta. De hecho, jamás ha podido explicar el origen de su fortuna.
La fortuna de Uribe se pierde en esa bien tejida maraña delincuencial del concierto para delinquir. La época Samperista de los cheques que dejan huella, quedó superada en el proceso 8000, ahora las formas son más sofisticas.
La defensa que el presidente hace de su nombre y de su familia es un mal chiste, en este país que él mismo ha contribuido a construir. La cultura del dinero fácil, la cultura mafiosa que se impone, las cortadas de manos por dinero, los muertos inocentes por condecoraciones, todas esas practicas son el legado de una sociedad, donde el primer funcionario público no tiene la estatura moral para ejercer el cargo. Entonces que el presidente publique su declaración de renta en papel higiénico para darle un uso digno.

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