El maestro como intelectual de su labor

Algunas consideraciones previas y un mea culpa

Antes de comenzar quisiera comentar un par de cosas previas a la elaboración de este ensayo, la primera es de estilo porque en esta ocasión me voy a dedicar sobre todo a narrar en primera persona algunos de mis pensamientos con respecto al tema tratado, tomando en cuenta por supuesto todas las lecturas que abordamos a lo largo del semestre en este seminario, la segunda es un mea culpa ¿Por qué? Llevo cerca de 6 años escribiendo sobre todo acerca de temas coyunturales, debo decir que el tema de la pedagogía nunca lo había reflexionado a profundidad hasta este semestre, en ese sentido ha sido un ejercicio interesante que aportará a mi labor presente y futura como docente, inquietudes y planteamientos que nunca se terminan de solucionar, el inacabado oficio de ser maestro se manifiesta en el pensar diario sobre esta difícil labor que he decidido asumir para mi vida, la labor de intelectual que aquí pretendo defender además se manifiesta en lo que denomino un deber del maestro, la reflexión y la praxis de la misma no entendida como algo instrumental, si no como algo necesario de reforma constante, de reelaborar(si la palabra cabe) ideas propias y globales sobre la educación, ¿está la educación en mora de ser repensada? En el caso colombiano es evidente que si, la reciente coyuntura como lo fue el paro convocado por FECODE delata hasta qué punto el aparato ha desviado el debate  en cuanto a educación se refiere reduciéndolo para la opinión publica en un mero asunto salarial , para el debate interno hay disparidad de criterios , aquí intentare sencillamente aportar desde hacer un llamado a la reflexión intelectual,  que necesidades encontramos más urgentes de solucionar y como cada uno podría aportarle a este interesante debate.

¿Qué significa que el maestro sea intelectual de su oficio?

Una de las primeras cosas que me llamo la atención del libro “cartas para el que pretende enseñar” de Paulo Freire, es esa distinción que de entrada se hace entre el maestro y el familiar, en este caso expresado como maestra si, tía no, es toda una declaración de intenciones que pretende como no puede ser de otra forma , hacer una clara distinción entre nuestra labor y lo que hacen otros sujetos desde otros ámbitos sociales, en este sentido hay que ser claro y es que la escuela nunca niega el importante papel que tienen los familiares en la formación de nuestros alumnos, sin embargo ¿ es algo reciproco?

Para mí fue evidente sobre todo en el último paro que se realizó, que el papel que se otorga socialmente al maestro es el de cuidador de niños, más que de formador de sociedad o de intelectual de un saber especifico, la queja de muchos padres fue que no tenían donde dejar a sus niños, nunca existió una reflexión de fondo sobre las exigencias reales de los maestros ni sobre la calidad en educación que se está impartiendo actualmente, por supuesto muchísimo menos (salvo contadas excepciones) se hizo una reflexión sobre la intencionalidad de determinados discursos que van de la mano con el modelo educativo, ese problema de falta de reconocimiento de la labor del docente tiene que ver en parte con el falso imaginario creado según el cual el maestro sabe todo y no tiene ninguna necesidad de crearse , un imaginario social por supuesto falso pero que desgraciadamente algunos maestros tienden  a creerse, así la falta de reflexión crítica sobre su labor se reduce al cambio de metodologías o a la estructuración de 2 o 3 estrategias que se vuelven una suerte de recetario para el maestro, dichos “recetarios” se aplican a cualquier contexto sin importar la pertinencia o intereses particulares de los alumnos o las necesidades propias del contextos en el cual se va a desarrollar un proceso pedagógico.

La visión según la cual la maestra se convierte en tía , para Freire termina restando méritos la labor docente , según mi lectura particular Freire acá trata precisamente de hacer una separación frente ambos aspectos de la enseñanza, así particularmente por más que en muchos casos nos terminemos involucrando a todo nivel en lo que pasa con nuestros estudiantes , nos conmovamos por lo que les ocurre e incluso nos preocupen , seguimos siendo ante todo sus maestros, como bien señala Freire no se trata de establecer una serie de antagonismos sino sencillamente una diferenciación entre estos dos ámbitos sociales, como dos “tareas” con especificidades bien claras:

 La maestra puede tener sobrinos y por eso ser tía, del mismo modo que cualquier tía puede enseñar, puede ser maestra, y por lo tanto trabajar con sus alumnos. No obstante, esto no significa que la tarea de enseñar transforme a la maestra en tía. Enseñar es una profesión que implica cierta tarea, cierta militancia, cierta especificidad en su cumplimiento, mientras que ser tía es vivir una relación de parentesco. Ser maestra implica asumir una profesión, mientras que no se es tía por profesión.[1]

En el caso colombiano debemos tener presente la realidad particular y los contextos a los que nos enfrentamos en nuestro día a día, desde una reflexión algo particular puedo decir que muchas veces terminamos convirtiéndonos en muchos más que maestros debido también a las necesidades de nuestros alumnos los cuales se sienten en muchos casos a la deriva, nos convertimos en guías y referentes que suplen una necesidad de guía en estos, a mí esto no me parece del todo malo siempre y cuando mantengamos presente que somos primero que todo maestros y formadores de cada una de estas personas que transitará por nuestras vidas, es asumir en ultimas una “conciencia de clase”(Gramsci) como maestros, si no se establece esta necesaria distinción corremos el riesgo de perder nuestra identidad como maestros, algo que desgraciadamente ha venido ocurriendo los últimos decenios en nuestro país, el maestro para nuestra sociedad termina siendo todo menos maestro.
Ser un intelectual consiente de la labor implica la evaluación y reflexión constantes del papel del maestro a nivel social y cultural, entender que no somos una elite separada de las realidades sociales (tristemente conozco muchos casos en este sentido) ni tampoco constructores de sujetos que repetirán esquemas para adaptarse socialmente, somos mucho más que eso y es precisamente lo que configura una conciencia de clase como maestros, evocando a Gramsci nuevamente puedo interpretar que en parte esto ha venido desfigurándose en nuestro país por el “transformismo” y fragmentación al que nos enfrentamos constantemente, la coyuntura reciente del paro confirma en este sentido las dos cosas, intereses políticos particulares, búsqueda de puestos o sencillamente politiquería así como la burocratización de FECODE han desvirtuado cualquier intento de una lucha que cambie las condiciones reales de existencia de los maestros(sobre todo los de zonas rurales),sería interesante no la fragmentación final del sindicato, si no dar un debate serio en torno a las problemáticas profundas que enfrenta la educación en Colombia, una toma de FECODE que reforme profundamente sus estructuras, allí también se puede dar una lucha enfocada a dar un sentido intelectual al sindicato que sea algo que vaya más allá de una lucha por unas consignas particulares o el favorecimiento de un decreto en detrimento de los que se encuentran en otro, una primera forma de división que le ha hecho mucho daño a las luchas de los docentes ha sido precisamente ese par de decretos que han configurado dos tipos de luchas que pueden incluso ser diametralmente opuestas.

Freire también nos da su opinión en este asunto:

Por un lado la falta que aún tenemos de una comprensión más crítica del gobierno, de los partidos, de la política, de la ideología. Por ejemplo, se piensa mucho que la administración depende totalmente de la persona que se elija para el cargo de máximo ejecutivo. Todo se espera de él o de ella en la primera semana de gobierno. No existe una comprensión de gobierno como totalidad.[2]

Esta cita sintetiza mi idea central en este punto, pensamiento crítico de nuestra propia labor sin alejarlo de lo que es socialmente o políticamente, otro error que ocurre (no sé si históricamente pero hablo por mi generación) , es que ya ni siquiera pasa lo que Freire critica aquí, se asume que el maestro puede estar alejado de lo político , que la postura apolítica es la más adecuada bajo un falso sentimiento de objetividad o indiferencia frente a su propia labor, la consecución de un pensamiento crítico tiene que ir orientado también a configurar una discursividad que siente una posición frente a lo político desde lo educativo.

Siempre se ha interpretado que lo político termina configurando lo educativo pero para mí la educación es la que debe ir articulando lo político, no es un agente pasivo si no que también tiene debates propios y aportes para ofrecer que no se reducen únicamente a lo instrumental como ha venido ocurriendo los últimos 30 años , no se educa sin una intencionalidad en este caso la nuestra debería ser simplemente articular el pensamiento crítico en nuestra rama y en nuestros alumnos , solo una generación que tenga esta “conciencia crítica” podría generar las transformaciones que necesitamos a todo nivel en nuestro país y por supuesto en nuestro ámbito.

No se trata de educar para la militancia ni para adoctrinar, en lo que describí con anterioridad queda claro que los maestros así como no podemos sustituir lo familiar tampoco podemos convertirnos en esa clase de educadores, se trata simplemente de implantar inquietudes y conseguir así sujetos “sentipensantes” críticos de su realidad y que tangan ansias de transformar sus condiciones reales de existencia, no es algo que no pueda construir pero si es algo costoso en términos de tiempo y por supuesto de paciencia , aquí nuevamente se debe reivindicar el oficio del maestro y rol dentro de una sociedad, como dije antes este se ha perdido o se ha confundido en nuestra sociedad , se ha difuminado y lo que es más preocupante todo esto nos ha fragmentado como maestros o futuros maestros, un poco el llamado de Freire es no abandonar estas luchas y a llenar de amor este oficio , nada sencillo de lograr pero no imposible.

El maestro es en ultimas un intelectual de su oficio pero también alguien que en su praxis constante se evalúa en pro de mejorar sus condiciones y los aprendizajes, de todo lo que involucra el acto de la enseñanza, no es una evaluación individual completamente pero esta es clave en el entendimiento de determinados contextos específicos y si lo traemos a nuestro país se hace aún más necesaria esta clase de praxis pedagógica por la diversidad de contextos a los que nos afrontamos y afrontaremos, no podemos ser ingenuos y pensar que una misma metodología va a funcionar siempre independiente del contexto.

Aquí solo he enumerado algunos de los aspectos claves del rol de maestro como intelectual de su oficio, creo humildemente que no he señalado nada que no se haya dicho anteriormente, entonces ¿para qué escribir sobre el tema? Porque siento que a veces estas cosas se olvidan , podemos estar cargados de utopías e imaginarios sobre nuestro rol pero la realidad afrontada los desmorona, me uno a Freire en la necesidad de llamar a una labor que lleve implica mas entrega y dedicación de la que se le da actualmente , que defendamos nuestra posición en la sociedad y que configuremos nuevas luchas no solo por nosotros sino porque en ultimas los estudiantes serían los más beneficiados de todas las disputas ganadas por los educadores, por último el rol que asumimos desde ahora no es algo en lo cual ya este todo dicho , estamos sujetos a un cambio constante tanto de paradigmas como de inquietudes particulares , en ese sentido ser maestro es algo que nunca acaba, siempre tendremos la necesidad de indagar en nuevas perspectivas , es un oficio inacabado.



[1] Paulo Freire, Cartas a quien pretende enseñar (1994), Siglo xxi editores (2006), Pág.(9).
[2] Ibíd. pág. 18.



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